Yo amaba las hormigas, o al menos las respetaba y cuidaba de sus vidas. Han sido muchas las hormigas que he salvado de morir ahogadas en el lavamanos. Pero todo este amor se ha vuelto en mi contra.

Todo surgió por un trauma de mi niñez (cuando surgen tantas cosas), al tomar mis muñecas y comenzar a jugar me di cuenta que mi casa (la de mis muñecas) había sido invadida por un montón de hormigas. Lo mas inteligente que se me ocurrió fue buscar el insecticida y cha cha, acabar con las visitantes. Pues rocié mi arma letal contra todas ellas en una batalla que por lo visto iba a ser fácilmente ganada.

Ahí estaban ellas, las invasoras, arrepentidas, adoloridas, retorciéndose del dolor, temblando ante la muerte tan cercana y yo, la ganadora, la invencible… pero me dio tanta pena… Así que comencé a bañarlas y secarlas con aire tratando de enmendar mi culpa. Creo que desde ese día me sentí tan culpable por haber asesinado a esas hormiguitas que me pase el resto de mi vida defendiendo y cuidando cada hormiga que veía pasar.

Hasta hoy.

Hace mas de un mes me acosté a dormir y sentía que me picaba el cuerpo, se me hacían ronchas, pensé que era una alergia, hasta que vi debajo de mi colcha todo un hormiguero corriendo sobre mis sabanas, como si tuvieran mucho atareo a la hora de yo dormir. Na, eso fue fácil, cambie las sabanas, sacudí el colchón y ya! Ahora sí a dormir!

Pero no quedo ahí la cosa, lamentablemente. Después las encontré buscando en mi cajita de chocolates, debajo de mis sabanas otra vez, dentro de mi ropa, en cada paso que doy, aquí, allá, en mi toalla, y hoy (la gota que colmo el vaso) dentro de mi i-book (QUE HACEN TODAS ESAS ESTUPIDAS HORMIGAS AHÍ!!?)

Les juro que lo intenté todo, menos el insecticida, que mis sabanas están limpias, que he sacudido todo miles de veces, que ya no tengo chocolates en mi cajita… de verdad que ya no sé que hacer…

Yo opino que eso es una razón mas que valida para declararles la guerra…

Lo siento hormiguitas, se acabó la compasión.